La tradición dice que el Señor de
Araró "se llama así por haber
tenido los primeros cultos en las
salinas de un pueblo conocido bajo
este nombre, en donde estuvo
colocada la imagen desde el
principio del siglo XVI, en una
pobre y humilde capilla de adobe,
hasta que se trasladó al templo en
que hoy se venera".
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