En el orden religioso el pueblo de
Araró tiene un tesoro riquísimo que
guarda con suma veneración.
Este tesoro es la sagrada imagen del
Soberano Señor de Araró. Es un
precioso Cristo crucificado.
Quien contempla esta imagen siente
en el espíritu un hondo placer
estético y una tierna devoción,
nacida de los más profundos
hontanares del alma.
El placer estético nace de la
contemplación de una escultura
perfecta. Hay proporción en
las partes de la imagen. Esta
es la de un hombre de estatura
normal. Tiene la serena
quietud de quien acaba de morir en
infinita paz. El color
dominante es el de un cuerpo humano
que estuvo bajo el castigo de losa
azotes, bajo la ignominia de los
salivazos y la inmundicia del polvo
de la calle incrustado en la carne
macerada. La sangre que
derramó de la espalda desgarrada le
manchó la cintura y las piernas; en
los pies y en los brazos están
pintadas al vivo con indelebles
colores amoratados la huellas del
látigo de la soldadesca.
Cristo duerme el apacible sueño de
la muerte en la imagen sagrada.
Siempre le han venerado los fieles
con profunda y constante devoción.
Desde lejanas tierras han venido en
el correr de los años grandes grupos
de peregrinos a visitarla. Y
ni las largas caminatas a pie en
años anteriores, cuando no había los
medios de comunicación que ahora
tenemos, ni las dificultades que en
tiempo de persecución religiosa se
presentaban por parte de las
autoridades civiles, han sido razón
para que disminuya el fervor y el
entusiasmo para venir a Araró a dar
gracias por los favores recibidos ya
implorar nuevas mercedes del Cristo
milagroso.
A pesar del tamaño de la imagen, su
peso es solamente de 12 kilos y
medio. Pesa únicamente eso,
porque fue hecha de una pasta
especial. Esta pasta, que los
naturales llaman "tatzíngueni",
resulta de mezclar la médula o
corazón de la caña de maíz,
convertido en polvo, con los bulbos
de una orquídea silvestre, llamada "tatziqui".
De esta pasta hacían los tarascos
las imágenes de sus dioses que
resultaban de muy poco peso y podían
llevarlas consigo a la guerra. |